Cuando oramos, como Jesús nos enseñó, debemos acercarnos a Dios, “Padre nuestro”, como un niño pequeño. A través de la redención de Jesús en la cruz, Él nos rescató del paraíso de la intimidad perdido por Adán.
Restauró nuestra comunicación con Dios y nos hizo coherederos del Reino de Dios. Por lo tanto, podemos acceder al Padre en el Nombre de Jesús y pedirle a “nuestro” Padre todo lo que queramos, ¡y Él nos lo dará! (Juan 15)
Nuestro Padre está lleno de promesas para que todos vivamos una vida abundante y saludable. Él se preocupa por ti como se preocupa por mí.
Un pensamiento que me viene a la mente: si te ama tanto que envió a su Hijo a morir por ti, ¿cuánto debemos amarnos unos a otros? ¡Él es amor! Él quiere que camines y hables con Él como lo harías con tu mejor amigo.
Un pensamiento que me viene a la mente: si te ama tanto que envió a su Hijo a morir por ti, ¿cuánto debemos amarnos unos a otros? ¡Él es amor! Él quiere que camines y hables con Él como lo harías con tu mejor amigo.
Es un Dios que te ama cuando vienes a Él con todos tus problemas y cuestiones. Después de todo, ¡Él es el único que puede!
Tres Promesas para tomar en serio son:
- “...atiende a mis palabras; inclinad vuestro oído a mis dichos. Que no se aparten de tus ojos; Guárdalos en medio de tu corazón. ..Son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4: 18-22)
- “La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios.” (Romanos 10:17),
-“Prosperad y gozad de salud, así como prospera vuestra alma”. (3 Juan 2).
-“Prosperad y gozad de salud, así como prospera vuestra alma”. (3 Juan 2).
Leer, escuchar y hacer
La salud no solo se obtiene deseándola o esperándola. La Biblia es la verdad. ¡No es maravilloso saber que tenemos a alguien en quien podemos confiar! El primer mandamiento nos dice: “¡Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas!
Todavía podemos recordar cuando aprendimos eso por primera vez en el grado 6. ¡Quizás recuerdes haber pensado cuán imposible sería amar a alguien que no conoces y no puedes ver! Pero Él “leyó” esos pensamientos que uno tuvo hace tanto tiempo y en silencio, nos lleva gradualmente al punto en que no solo lo encontramos y aprendimos acerca de Él, sino que llegamos a conocerlo y amarlo íntimamente. Y eso se logra invitando primero a Jesucristo para que sea el Señor de nuestra vida. Él enseña que cuando lo conoces a Él, también conoces al Padre (Mat. 14:7,9).
Es importante leer la Biblia, meditar en ella y honrar a Dios haciendo lo que te dice que hagas. Esta no es una solución rápida de la noche a la mañana, es un camino que deberás recorrer.
Es importante leer la Biblia, meditar en ella y honrar a Dios haciendo lo que te dice que hagas. Esta no es una solución rápida de la noche a la mañana, es un camino que deberás recorrer.
Aprender la Palabra, escuchar las enseñanzas ungidas y pedirle al Espíritu Santo que te guíe e instruya en todas las cosas es la manera de llegar a conocer y amar a Dios. Cuando permites que las palabras penetren profundamente en tu corazón todos los días, entonces, según Proverbios 4:23: “los asuntos de la vida” fluirán literalmente de ti.
En otras palabras, la Palabra se convertirá en una parte tan integral de ti que cuando te enfrentes a un desastre de cualquier tipo, el Espíritu Santo traerá a tu memoria Escrituras de sanidad para hablar en esa situación.
Versículos relacionados con la paz, la sanidad o lo que sea que esa situación requiera brotarán de ti y seguirá la sanidad, de acuerdo con tu fe.
¡Lo maravilloso de la fe es que crece! ¡Un día puede tener dolor de garganta y verlo curarse milagrosamente ante tus ojos! Adivina qué. La próxima vez que tenga un problema mayor, o que alguien le pida que ore por su dolor de garganta, ¡encontrará que su fe está ahí para enfrentar el desafío!
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